jueves, 24 de noviembre de 2011

Escuela de Verano 2011

Hoy acaban las clases de la escuela de Verano 2011, una excusa que buscamos, que busca la ONG para mantener los niños en clase durante el verano y que no estén en las calles o sin comer en sus casas.

He tenido el placer inmenso de encontrar a gente muy variopinta: Lester, el bibliotecario, Berta mi maestra (yo soy su ayudante), Silvia, la chica que empieza de profesora pronto, Sole, la cocinera que me ha enseñado como hacer Pepián y preparar Ponche de frutas... Sole, recuerdo de ella que no paraba de decir: ¡ay, qué calidad hay en España! Cuando yo le explicaba las comidas del pueblo, las matanzas en familia cuando era pequeña, cómo se hacía el salchichón, chorizo y morcillas caseras, cómo se hace el jamón y toda la gastronomía de la España profunda...

Un lujo enorme el levantarme cada mañana para cargarme de la energía de los niños: inocencia, curiosidad, amabilidad, cariño puro, amor sincero... Todo lo que se va olvidando conforme nos vamos haciendo mayores y dejamos de respirar con el abdomen y la mente empieza a jugarnos malas pasadas.

Un mes de vacaciones que se quedarán en mi retina para siempre porque también me han hecho volver a despertar y ser más consciente, tener un poco más de sentido en mi vida y saber lo que vale la pena y lo que no.
Pasos que se van dando sin saber cómo, algunas veces faltan las fuerzas y las tentaciones son grandes, pero hay que seguir. Toca ser honesto con uno mismo y entender que la vida nos va uniendo, nos va separando y nos va liberando. En este caso a mi me separa de mis niños y me une a Luis, mi futuro ahijado. El futuro no sé de lo que me irá liberando, poco a poco se verá.
Yo se a lo que le digo hola y lo que quiero que entre en mi vida, actividades cómo las que he tenido: armonía, equilibrio, amor, sinceridad...
No necesito cadenas a las que atarme, prefiero coger mi camino a mi aire, volando, y quitandome más cargas cada día que me impiden llegar a dónde quiero: a vivir mi vida tal y como yo la interpreto: sencilla, tranquila, y llena de amor.

Este otoño, aquí verano, será recordado por muchos años, por haberme encontrado con quién debía en el momento en que lo necesitaba, también en la distancia y descubrir que no hay límites. Que cumpla 30 no significa que tenga que seguir con los convecionalismos occidentales: familia, hipoteca y niños. Rompo con las reglas y declaro mi cuerpo como La República Independiente de mi Casa... Qué solo será homenajeada cuando realmente merezca mucho la pena, como siempre. Almudenita seguirá volando libre hasta encontrar aquel que la haga pararse de repente, por un tiempo, o para siempre, que ya tampoco importa mucho si no conozco a mi alma gemela, ya que tenemos como 800.
No me cierro a nada, y me dejo fluir libre en estas dos semanas que empiezan mañana, a estar tranquila, a relajarme, a no pensar, a disfrutar de atardeceres siempre nuevos, a ruidos, murmullos, susurros, sonidos, tactos, sabores, olores, locura, bailes de salsa y abrazos de dónde vengan...

En un par de semanas, prometo un cuaderno de Bitácora de esta pirata loca con parche en el ojo, que sigue llevando el timón hasta que lo otorgue de alguna manera.

3 comentarios:

  1. Gracias por la mención honorífica, yo también ya te puse en el reader de mi blog, saludos y de seguro nos veremos por ahí...

    ResponderEliminar
  2. Gracias a los dos! Lester de seguro nos vemos, y Merce me hace una Alhambra 1925 en S. Nicolas y con La Roja a la espalda al atardecer y con tu retoñito "casi andando" por ahí, ajaj... Muchos bsss!!!!!!!!

    ResponderEliminar