miércoles, 12 de octubre de 2011

Témpora de lluvias

Esta a punto de terminar la temporada de lluvia en Guatemala, después llegará el viento y el frío, aunque no creo que bajemos durante el día de unos 20º.
Me levanto y dejo que caiga el agua, con suerte podré darme una ducha de agua caliente...
Lo conseguí, la ducha estaba caliente (ya hablaré de ello) y ha sido la segunda desde que llevo aquí, un privilegio. Mientras tanto escucho la lluvia tocar en la ventana y Nina Simone en el Spotify: I love you Porgy. Una poderosa composición en la que resalto la frase de: "Baby if you can keep I wanna stay here with you forever". ¿Cuántas veces has sentido que cambiarías tu vida si alguien te lo pidiera? Creo que si no llega ese momento a mi vida no voy a parar de buscar lugares, personas, viajes y situaciones nuevas. El poder de que alguien realmente pueda pararte todo lo que gira alrededor de ti, tu vida. Esa sensación de no querer del todo entregarte pero saber que estás llegando a ese momento en que si la otra persona es capaz de hacerlo tu dejas que lo haga. Dejarte llevar sin saber el principio ni el final como decía aquella canción de Vetusta Morla. Como un caballo cuando es salvaje y libre y el amo intenta domarlo con paciencia. El caballo eres tú, la vida es el domador.

La lluvia aquí es diferente, todas son diferentes: En Inglaterra si estás en casa ni siquiera la notas porque es muy fina, sólo destaca en el ruido de las ruedas de los coches cuando pasan junto a la ventana y estás despierta diez minutos antes de que suene el despertador para trabajar. Tampoco huele.
Aquí suena pero no huele. Es fuerte y corta, aunque hoy ya lleva toda la noche y parte de esta mañana. Es todo tan húmedo que la tierra ya está acostumbrada a su presencia y ni siquiera se esfuerza en resaltar su llegada con el olor.
Sigo prefiriendo la del pueblo, en esta tierra seca las precipitaciones son normalmente fuertes y en verano tormentosas, si se da el caso. Entonces cuando llega un chapetón en agosto y estas en la terraza cubierta mirando como cae el agua en el campo y encima la hueles, te das cuenta de que la tierra está exaltando alegría a través del olor que libera. El ambiente que queda cuando pasa es majestuoso: el aire es limpio, el olivar totalmente plateado y los pajarillos empiezan a canturrear de nuevo observando los cambios producidos.

Nunca me ha gustado esta época del año, otoño en España, sólo me gustan sus colores y casi no son apreciables en el sur, ya que allí pasamos de frío intenso a calor extremo. Me hace ponerme triste y bajarme un poco el ánimo, pero ahora estoy aquí, y aquí no es otoño. Y esto me encanta. Descubro esta lluvia a través de las ventanas de algún café cuando afuera todas las fachadas de esta arquitectura colonial reproducen el arco iris. Aquí no cabe tristeza ni ánimo bajo. Siento un privilegio el que estoy viviendo que me lleva a una época de plenitud como antes no podría haber vivido. Aunque esta entrada parece un poco triste soy la misma de siempre. Así que si te acuerdas de mí ahora, sólo recuerda que sigo sonriendo pese a la lluvia que suena pero no huele de este momento eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario