lunes, 24 de octubre de 2011

Ruta de iglesias, bicis y tres batidos

El fin de semana pasado parece que se empezó a cuadrar el miércoles noche, por lo menos ahí es dónde se planeó el viernes, el primer día, del genial fin de semana que he pasado. La noche de los miércoles es noche del voluntario. Normalmente no salgo de noche, de hecho, sólo salgo de noche en miércoles debido a la efeméride. Aquí no está la cosa para eso.
El evento empieza en La Terraza, un hostal de un gringo al que mi compi J va de vez en cuando a cenar. Esa noche había cena: pescado, verdura y algo de crema de espinacas, un vino tinto, no diría que un buen vino tinto, pero sí una copita de una categoría media. Es un espectáculo pasar la noche allí, ya que a lo lejos se ve la lava del volcán del fuego, como sale de vez en cuando con las sacudidas de la Tierra. Genial. Allí conozco al cocinero, P, un tío genial, y G, otro del mismo estilo, los dos super simpáticos, todo el tiempo pendientes de cómo nos sentimos, si nos falta algo. Perfectos anfitriones los dos, nos cuidan como a reinas, o a reyes, porque es un grupo bastante mixto. También conozco a B, que me invita a pasar unos días en su barco de ocho personas por Río Dulce, a cambio de mi español. Eso sí, tengo que aprender a pescar. Bueno, este plan, todavía está por organizar. Sé que puedo fiarme de él, ha cruzado el atlántico 4 veces y es veterano en el arte, así que probablemente lo haga. Pero, poco a poco, debo conocerle más y encontrar a alguien más...
P y G, tras hablar un rato con ellos, de intercambiar recetas, de lo que nos apasiona la cocina y de posponer una cena cocinada por los tres y compartida con sus respectivas me invitan a pedalear un rato el viernes por la mañana. Guau, no pensaba coger una bici en Antigua, y es qué sólo hay que ver las calles adoquinadas. Pero me ofrecen ser cliente del negocio que emprenden en un mes, a saber: van a dedicarse a sacar dinero extra siendo guías en bici por las aldeas de los alrededores de Antigua. Por supuesto, para mí gratis, el único problema encontrar bici barata en Antigua. Todo se cuadra, y al final, encuentro bici todo el día por 2€, además, de montaña buenísima!!! Todo está preparado.


Mi equipo


El viernes empieza a las 6 de la mañana, mi casera me lleva en moto a recoger la bici a la otra punta del pueblo, por supuesto sin casco y en una de 50cc vamos las dos, yo, ¡uf! Un poco asustada: la moto, la velocidad, sin casco, la bici, los dos chicos y yo al final sola, los adoquines, los coches, en fin. Todo pasa rápido cuando me encuentro con ellos en el Tanque de la Unión y me explican que la ruta será por las aldeas, para llegar al centro de las mismas, dónde se sitúan las iglesias, mercados, lavanderías y después llegaríamos a la finca de la Nuez de Macadam, cementerio de Ciudad Vieja y me preguntan si llevo traje de baño, porque deberíamos terminar en las Termas Naturales!!!! Madre mía, prometedor!!!
Al final reducimos un poco la marcha y no llegamos a las termas, y nos quedamos al pie de la finca. La próxima vez. Pero sí visitamos los mejores lugares que son: S. Juan del Obispo, San Pedro las Huertas y Ciudad Vieja.
Quería dedicar una entrada sólo a las iglesias de Antigua, que escribiré pronto, pero ahora y por casualidad me encuentro en la edición dominical de Prensa Libre, la historia de estas iglesias que yo tuve el placer de visitar el viernes. Ni siquiera compro el periódico, me lo encuentro en el restaurante del hotel en Monterrico mientras desayuno. ¡No puede ser mejor!
Tras subir una cuesta que bien merece tres paradas, las que no hicimos, llegamos a S. Juan del Obispo. Vistas hermosas de los volcanes, también de Antigua.

Portada de S. Juan del Obispo 
Bajamos todo lo subido, para llegar a S. Pedro Las Huertas, en esta ermita destaca el color anaranjado de su portada, encontramos la misma disposición. Pero parece bastante más suntuosa.
Destaca el lavadero que se sitúa en el centro de la plaza y sigue siendo usado hoy día. Y es que el diseño de los pueblos cumplía una misión clara, estratégica, y funcional.


San Pedro Las Huertas

De ahí, pasamos al cementerio de Ciudad Vieja, el camino, indescriptiblemente es la vida real de Guatemala y sus pueblos, sus olores, su sol, su aire fresco, de carbón algunas veces. Sus niños por la calle correteando, mujeres vendiendo y hombres mirando. No puede ser más auténtico.


Entrada principal Cementerio Ciudad Vieja

La vuelta la hacemos por el centro de Ciudad Vieja, dónde paramos a comernos alguna fruta, y una chocolatina energética. Llegamos también a su iglesia. Creo que es la que prefiero entre todas las que he visto, aunque su foto no es la mejor. Me encanta que las portadas sean de color blanco. 


Catedral de Ciudad Vieja
Última parada, y yo quiero ya morir, no porque este cansada, voy bien, me respetan bastante mi ritmo, y desayuné fuerte. El problema las muñecas y las manos me duelen una barbaridad por la presión de los adoquines y los baches. Deseando llegar para degustar nuestros batidos en Frutilandia, y paseamos por cafetales de sombra. El aroma es extraordinario, el terreno sin cemento, sólo tierra y ruido del agua de las lluvias entre tanto verde te conecta.

Frutilandía: piña, mora y fresa con chocolate para decorar

Nuestro recorrido completo:



 A falta de BSO, qué mejor que anotar el himno nacional:













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