martes, 4 de octubre de 2011

La 1ª Entrada

"<<Soy libre>>, me digo. Cierro los ojos y, durante unos instantes, pienso que soy libre. Pero aún no acabo de entender qué significa. En estos momentos, lo único que tengo claro es que estoy solo. Solo en una tierra desconocida. Como un exporador solitario que hubiese perdido la brújula y el mapa. ¿Consistirá en esto ...la libertad? Ni siquiera lo sé. Dejo de pensar en ello." Kafka en La Orilla. Haruki Murakami.

Si lees este párrafo y te da miedo no eres como yo. Es inquietante, la primera vez que lo lees, notas cómo se mete y te horada un poquito, te rasca el miedo.
Se podría pensar después de leer el párrafo anterior que podría darme miedo la soledad, lo inesperado e inóspito, el siguiente paso, el escalón superior. Nada más lejos de la realidad. Es la motivación que lleva mi paso de seguir adelante, de encontrarme lo nuevo, lo que hace que mi vida tenga un sentido especial: el camino. El viaje, el momento de encontrarte con gente nueva que te sigue enseñando, de ver paisajes antes nunca concebidos. Sensaciones en el interior que te conmueven y te hacen sentir emociones siempre nuevas. Carácteres de la gente, folklore o idiosincrasía de culturas diferentes, comidas, lecturas, sonrisas... Todo me llama la atención, todo lo veo real y autentico cuándo viajo, y todo lo que emana de mi en esos momentos es alegría, un estado de excitación interminable hasta que no acaba el viaje.

La llegada a Antigua Guatemala fue muy lenta, como son los coches aquí o los taxis, que repostan gasolina sin apagar el motor, hablan por el celular sin importarles el peligro porque tampoco hacen uso del cinturón de seguridad. El coche, la carretera, un simple camino de una hora se convierte en una osada aventura de la que no sabes si saldrás vivo. Y yo como siempre tranquila, confiando.
Al primer día le he sacado mucho jugo: ya tengo mi básico libro de cocina Guatemalteca, Cocina Maya, he ubicado el mercado y el banco, también la biblioteca y lo más importante: he estado en Ciudad Vieja dónde se ubica la ONG, en la que daré clases a los niños Guatemaltecos.
Ha sido toda una experiencia: primero el chicken bus que nos llevaba, dando tumbos y saltos por la adoquinada carretera del lugar, el predicador de no se qué iglesia de los alrededores dandonos el sermón mientras el bus se paraba en un cruce para no volver a arrancar. Los intentos del conductor a la tercera, como todo, dieron su fruto, y volvimos a retomar camino. El viaje por unos 3 quetzales es muy divertido, yo pagaría 20 por tener uno igual de vez en cuando en España, entonces nos daríamos cuenta de lo seguras que son nuestras carreteras y lo bien que conducimos los españoles y portugueses.
Una vez apearnos con la monitora y besar el suelo, (haré esto varias veces todos los días!), subimos una calle muy alta hasta el colegio. El paisaje es tremendo, es la parte más pobre de la ciudad, aquí no hay nada de turismo y la gente comercia en las casas cualquier cosa: frutas, vegetales, empanadas, helados: básicamente es fruta congelada. Las niñas van con las madres y la asistencia al colegio es mínima. Los perros comparten el camino, la pobreza y el descanso con sus dueños en las calles. Y la vida, básicamente, transcurre fuera de los hogares.
¿El colegio? El colegio emana muchas cosas pero no precisamente recursos materiales. Tenemos una biblioteca y sala de ordenadores, (Internet aquí es más fácil de conseguir que en España diria, por el turismo), un gran comedor y una cocina, y las aulas, son pocas pero tienen lo justo para su labor.
Los niños son muy felices por tener la oportunidad de aprender las letras como ellos dicen, sonrien a todas horas y cantan y corren en el patio como si su vida fuera perfecta. ¿Acaso no lo es? No juzgaré eso. Ellos han vivido aquí y sólo conocen lo que han visto. Son felices, risueños y llamadores de atención. Pero lo más importante es que se notan satisfechos por hacer algo que les aportará mucho en sus vidas: ocuparse de su educación.
Es un privilegio el poder participar en este proyecto que Niños de Guatemala está llevando a cabo después de varios años, los niños ya están en 4º de básico, el año que viene ya tendrán 5º y llegarán a 6º de básica con lo que podrán optar algunos a la escuela secundaria.
Aquí no se puede holgazanear, ni vaguear, tampoco quejarse por lo que se está haciendo, para ellos esta oportunidad es un privilegio. La ONG va casa por casa después de hacer un estudio socio-económico de las familias, y ofrece este cambio en las vidas de los niños. Ahora también cuentan con un comedor, los padres tienen doble beneficio. Los médicos también notan que su salud está perfectamente. Los locales lográn trabajos y muchas más de éstas deberían crearse. Deberiamos crear.
Es muy bonita la idea romántica del voluntariado que todos tenemos en la cabeza, por la que yo vine aquí también, la realidad es dura. Diferente y casi como siempre supera la ficción. Lo mejor, algunos tienen la oportunidad de crecer y mejorar en algo. Algún día esperemos, serán todos.



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